Cómo compartimos varones y mujeres lo público y lo privado.
Una experiencia de trabajo

Rosa Lavecchia
Diciembre 1999

Convocados por la Alianza para un Mundo Solidario y Responsable, como participantes del Taller “Un nuevo equilibrio para el mundo” (New Delhi, febrero 1997) mujeres y varones de diferentes regiones del mundo comenzamos a reflexionar sobre la búsqueda del equilibrio en las relaciones de género.
Durante 1998 y 1999 en Buenos Aires (Capital y Gran Buenos Aires) desarrollamos una propuesta tendiente a continuar la reflexión, en la cual se comprometieron activamente mujeres y varones tanto del ámbito académico como de sectores populares, igualmente involucrados en la mejora de las condiciones de vida y del logro de un mayor equilibrio en las relaciones.

Para la llevar adelante este proceso se contó con la participación de organizaciones y grupos que habitan algunos barrios del Gran Buenos Aires. La mayoría de las poblaciones que habitan esta zona presentan un creciente grado de empobrecimiento y un elevado porcentaje de Necesidades Básicas Insatisfechas. Son varones y mujeres que están buscando mejores condiciones de vida, que reclaman mayor paridad en las oportunidades y posibilidades para ambos.
También fueron activos participantes, mujeres y varones del ámbito académico, que trabajan en el área gubernamental y no gubernamental y que tuvieron un rol destacado en el Encuentro final (Agosto 1999, en la ciudad de Buenos Aires) facilitando la sistematización y el aporte para la construcción de estrategias hacia un mundo más solidario y responsable.

El primer paso...
Como primer paso nos propusimos generar un espacio de reflexión e intercambio, planteándonos como un objetivo indispensable poder captar las expresiones de vida cotidiana en su dimensión contradictoria y múltiple; dimensión que refleja lo aprendido desde la infancia, la realidad del presente y por último la gran esperanza en el futuro, en el cambio. Por todo esto partimos en este proceso con preguntas abiertas que dieran lugar a la creatividad y a lo espontáneo.

La realidad actual. Cómo nos vemos y cómo nos ven.

¿Cómo nos planteamos mujeres y varones frente a estos nuevos roles que nos toca asumir?.

¿Cuáles son las principales motivaciones para ocuparnos de tareas fuera de lo doméstico, que se desarrollan en el campo de la actividad comunitaria?

¿Cuáles son las ganancias y las pérdidas frente a esta salida?

¿Qué significa ser mujer y ser varón hoy?.

¿Qué cosas queremos cambiar, y cómo tratamos de hacer esos cambios?


Los conflictos. Las maneras como resolvemos los conflictos y dificultades en las relaciones-

¿Qué cosas negociamos, cómo lo hacemos, con quienes negociamos?

¿Qué cambios se producen a partir de que vamos asumiendo otros roles?

¿Estamos dispuestas las mujeres a aceptar los cambios que estas nuevas acciones nos proponen?

¿Están dispuestos los varones a aceptarlos?

¿A qué estrategias recurrimos para solucionar los conflictos?


Del proceso recorrido nos quedan interrogantes para seguir andando pero también nos quedan testimonios y propuestas.

“Hoy juntas reconocimos y nos dimos cuenta de algunas cosas que sabemos...”

El deterioro de las condiciones de vida de los últimos años nos ha conducido a las mujeres a buscar nuevas maneras, modos, estrategias de lucha contra la desigualdad social. Para las mujeres la discriminación de género está íntimamente ligada a la discriminación de clase; no solamente son mujeres buscando espacios de participación pública, sino además son mujeres pobres.
Estamos ganando autonomía individual. A través de lo vivido estamos aprendiendo a relacionarnos, a reconocer nuestros deseos, a respetar al diferente, a pelear por nuestro derecho a no ser discriminadas”.

A partir de la salida al ámbito público (social y/o político) se produce hacia el interior de las familias un cambio en las relaciones de poder. Perciben diferencias con respecto a la identidad y a la autoestima que se atribuyen a este salir y “correrse del lugar”, que los demás entienden como el lugar doméstico.
“Hoy sabemos que además de querer cumplir con objetivos comunitarios tenemos deseos y aspiraciones personales tanto en lo social como en lo político, en el presente nos motivan las ganas de aprender, de ser conocidas y respetadas”.

Escuchando algunos de los testimonios vemos que sienten una gran necesidad de involucrarse, ocupando un lugar más central en los objetivos políticos, sociales. Ya no es aceptado el lugar de meras espectadoras, aparece la necesidad de ser partícipes y con posibilidad de intervenir en las decisiones.

Se expresa la necesidad de un cambio, sin embargo para adueñarse del poder se depende generalmente de la figura de un varón que otorgue espacio, porque en la realidad, por ejemplo de las estructuras políticas partidarias el varón es el que puede decidir, otorgar o abrir el espacio para que las mujeres se involucren.
La solidaridad es percibida como un valor central para relacionarse con los demás.
La participación política “nos abrió la cabeza”, el vincularnos con otros grupos de mujeres nos ayuda a no sentirnos tan solas en la pobreza, hemos ganado en lo que a organización colectiva se refiere y hemos crecido solidariamente. Sentimos que hoy estamos capacitándonos para pelear por un espacio de decisión, ya no somos simples militantes estamos comenzando a reconocernos como dirigentes barriales.”

La participación política partidaria es percibida como una estructura de poder “con un modelo masculino” de organización, donde las decisiones y puestos públicos de poder los ocupan los varones.

En los testimonios pudimos reconocer algunas estrategias para negociar con el varón como la perseverancia, la observación y el darse el tiempo para reconocer lo que llamamos “reglas de juego del otro”.
“Tanto en el ámbito privado como en el público estamos trabajando la necesidad de perder el miedo al conflicto, el deseo de aprender a hacer visible lo que hacemos. Sentimos que la expresión del enojo, el miedo, la inseguridad, la culpa, la falta de confianza no son síntomas de inferioridad y debilidad. Percibimos que la capacidad de expresión nos puede ayudar a crecer como grupo y como mujeres”


Para la mayoría la participación pública y política provoca conflictos al interior de la familia. Algunas manifiestan que esta participación es posible sólo en determinados momentos o etapas de la vida; mujeres solas, mujeres separadas, con hijos grandes, con pocas obligaciones domésticas. Se siente que el compromiso que implica una participación, una militancia por parte de la mujer es sentido por el varón (pareja - hijos) como una amenaza al equilibrio doméstico, no así la participación en una actividad comunitaria que pueda verse como una prolongación del rol tradicional de mujer (cuidado de niños, atención del comedor, etc.). Lo político, lo partidario, lo público es vivido por el varón como una invasión de un espacio propio que lo llevará a competir.

Para nosotras permanecer en los ámbitos públicos tiene sus costos, debemos demostrar la capacidad "sobre todo cuando se es mujer". Debemos superar etapas para nuestra integración y negociar no solo con los varones sino también con algunas de las mujeres. El espacio público es muy competitivo y la integración de una nueva compañera es vivida conflictivamente por otras mujeres”.

Cómo permanecer en el espacio público a pesar de los obstáculos y de las presiones.

Ante este interrogante surgen algunas estrategias;
Seguir firmes con las propuestas haciendo caso omiso a los momentos de boicot por los que deben atravesar.
Capacitarse y adueñarse del saber.
No aislarse, vincularse con otras mujeres, organizarse como grupo y hacer sentir la presión del número.
En este proceso nos encontramos mujeres y varones, colaborando cada uno desde nuestros propios lugares para hacerlo posible, acompañados y fortalecidos por la energía y el aliento de Nadia Leila Aissaoui.